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La definición de este síndrome de Procusto, cuyo nombre tiene origen mitológico, es la incapacidad que tiene una persona para aceptar que alguien puede sobresalir en cuanto a capacidad, iniciativa, trabajo, popularidad, etc., por lo que buscan  su descrédito, su aislamiento y su desprestigio, provocando mucho malestar y sufrimiento. Las personas afectadas por este síndrome de Proscuto  buscan su interés, sobresalir, aunque tengan que apropiarse de ideas de otros, malmeten en su entorno dando informaciones, en ocasiones falsas, rechazan ideas que puedan hacer sombra a las suyas, etc.

Personas afectadas por el Síndrome de Proscuto se pueden encontrar en cualquier ambiente, pero  perjudican mucho en los grupos de amigos y en las empresas. Estas personas intentan hacer ver sus capacidades ante los demás, rechazando cualquier tipo de iniciativa de otras personas que ellos consideran que deja en entredicho su trabajo o habilidad. Esto se produce como fruto de su inseguridad, complejos, falta de autoestima, envidia, falta de trabajo y esfuerzo para conseguir lo que otros consiguen…

Las personas afectadas por el síndrome de Proscuto  se afectan mucho cuando detectan que otros tiene razón, juzgan continuamente a los demás, no escuchan, les cuesta reconocer y aceptar a las personas que les va bien en la vida o saben que tiene más capacidad o éxito que ellos, pues les provoca desconfianza  e inseguridad. No aceptan propuestas, limitan la creatividad de los demás para cubrir sus carencias. Si es necesario cambian su forma de pensar según les interesa en cada momento. Para conseguir todo esto siempre buscan aliados que les ayuden a conseguir sus objetivos, deslegitimar o hundír a las personas que consideran sus rivales.

¿Qué hacer cuando nos encontramos con una persona afectada del síndrome de Procusto?

  • Para empezar hay que estar muy atentos a aquellas personas que siempre están criticando o juzgando el trabajo de los demás.
  • Ante estas personas es importante no dar más información personal o laboral de la necesaria.
  • Alejarse, si es posible, de los entornos donde esté esta persona.
  • No dar crédito a sus opiniones ni dejar que nos influya.
  • No permitir que nos utilice para hacer daño o críticas despiadadas hacia otros, no entrar en su juego, pues a veces nos utilizará como víctimas y otras como colaborador.
  • Llevar las propias iniciativas laborales de manera que esta persona no pueda apropiarse de ellas o que no permita que prosperen.

Y sobre todo saber que, aunque son poco numerosas las personas afectadas por el síndrome de Procusto, estas personas  hacen mucho daño, por eso es importante saber alejarse de ellas y no permitir que cubran sus necesidades haciendo creer que son los demás menos capaces, cuando no es cierto.

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