El otoño es una época del año que sirve de transición desde la luz y la alegría que nos proporciona el verano pasado hasta los días grises y fríos que nos trae el cercano invierno.
Este proceso exige una adaptación del ser humano, adaptación que cada persona vive de una forma determinada y en algunas personas genera tristeza y melancolía. En ello influyen varios factores:
- El cambio de ritmo y de actividad, desde un ambiente más relajado a otro más exigente y rutinario.
- Menos exposición a la luz solar, la cual es muy importante para la producción y regulación de la serotonina y la dopamina, neurotransmisores que están muy relacionados con el estado de felicidad o tristeza.
- Días más cortos que hacen que debamos modificar los hábitos propios del verano que se ha quedado atrás, comidas, hora de ir a dormir, etc.
En este proceso de adaptación son frecuentes y de fácil aparición en otoño, dependiendo de unas personas a otras, una mayor irascibilidad, alteración del sueño, dolor de cabeza, problemas de concentración o disminución de la líbido.
A continuación ofrecemos unas recomendaciones para que podamos adaptarnos mejor a la llegada del otoño:
- Realizar una actividad física de forma regular ayuda a mantener un equilibrio emocional. Si no es posible acudir al gimnasio al menos dedicar unos minutos al día a caminar.
- Exponerse a la luz del sol, salir a la calle y realizar actividades al aire libre.
- Cuidar el estilo de alimentación, promover un estilo de alimentación saludable, sin excesos.
- Mantener reuniones con amigos que fomenten la distracción y el enriquecimiento, buscando experiencias que nos hagan salir de la rutina.
- Regular el ritmo sueño-vigilia, descansar las horas necesarias para permitir que el día sea abordado con la suficiente energía.
Si persisten los síntomas expuestos anteriormente a pesar de haber llevado a cabo estas recomendaciones, deberemos plantearnos si un profesional debería ayudarnos a averiguar qué está ocurriendo y a detectar si existe algún problema emocional que esté dificultando nuestra capacidad de adaptación.