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Es una emoción que surge cuando algo que se valora de una forma positiva en nuestra vida y que es importante para nosotros se pierde o desaparece, puede estar relacionada con la salud, con las relaciones personales o afectivas, con el trabajo o con otras áreas. Esta emoción la experimenta cada persona de una forma muy personal.

Los síntomas asociados a la tristeza son:

  • Pensamientos negativos o destructivos, pesimismo, sentimiento de culpa.
  • Sensación de cansancio y agotamiento.
  • Cambios de hábitos debido a la pérdida de interés por cosas que antes eran gratificantes para la persona.

Cuando se sufre  un acontecimiento que causa dolor se pasa por una serie de etapas,  en un primer momento aparece la negación, pasando luego por la autocompasión  y la  rebelión hasta llegar a la aceptación, siendo este el momento en que la persona empieza a racionalizar lo que ha pasado, siendo capaz de analizar la situación, a veces para aceptarla y otras para reconocer errores de otros o incluso propios, llegando así a realizar un juicio imparcial  y sereno de la sucedido.

En Psicología, a este proceso se le denomina Elaboración del Duelo y se da cuando una persona pierde algo o a alguien que considera importante para él, para lo que es necesario pasar por este proceso para llegar a superarlo.

Para elaborar adecuadamente el duelo es necesario desarrollar herramientas que nos permitan superar este reto tan difícil que la vida nos presenta y poder salir adelante, si no fuera así estos síntomas se cronificarán y podrán desencadenar un trastorno depresivo que precise de intervención de profesionales especialistas en salud mental como psicólogo clínico y psiquiatra.

En estos casos los síntomas más frecuentes son:

  • Tristeza
  • Pesimismo, sentimiento de desamparo.
  • Sentimiento de culpa.
  • Apatía por todo, resistencia a realizar tareas habituales.
  • Cansancio, agotamiento.
  • Dificultad para conciliar o mantener el sueño o por el contrario necesidad de dormir demasiado.
  • Irritabilidad.
  • Problemas físicos como dolor de cabeza, estómago, espalda…
  • Ideas autolíticas y pensamientos recurrentes acerca de la muerte.

Lo más habitual en los procesos de duelo es que a pesar de la dureza  de la situación la persona vaya superando su estado de ánimo hasta normalizar su vida, llegando en algunas ocasiones a sentir que salió fortalecida y valorando mucho más todo  aquello que aún mantiene.

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