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Se utiliza asiduamente el término  “familia patológica” para definir aquel modelo de familia en el  que algún miembro  está diagnosticado de alguna enfermedad crónica y con ello todos los demás miembros establecen las normas de funcionamiento y las actuaciones  familiares en función de las necesidades de esta persona enferma, dejando de lado en muchas ocasiones  las necesidades de los demás integrantes de la familia.

Esto sucede  a veces por la no aceptación de una realidad, que se ve magnificada por desconocimiento o por querer ocultar una realidad, que  dejándose llevar por estereotipos sociales dañinos que no dejan sitio para cierto tipo de enfermos, dificultan aún más  la ya de por sí difícil labor del cuidador.

De cualquier manera, lo que se está instaurando así es una barrera que no consigue otra cosa que dificultar la evolución y normal desarrollo adaptativo de la familia, convirtiéndola así en patológica, no normal.

En este proceso de adaptación aparecen sentimientos de culpa, tristeza constante, negación, sensación de búsqueda… pero en muchas ocasiones no se consigue aceptar nunca  la situación real.

En este afán de proteger al hijo con problemas, los padres, ejerciendo de cuidadores  extremos, dedican toda su vida a protegerlo de manera  tan desmesurada  que a veces, en ese camino, caen en el error de olvidar a aquellos otros miembros de la familia, hermanos quizá del sobreprotegido, que también sufren por la situación, pero quizá de forma silenciosa, por no querer empeorar la situación sacando a flote sus sentimientos y por pretender cuidar  de esta forma también a sus padres, a quienes  perciben agotados por ese sufrimiento y desgaste de sobreprotección. Aún así notan que la atención hacia ellos se dispersa, no existe, se diluye entre tanta atención enfocada a su hermano.

Es obvio que estos otros hijos también necesitan de la atención y el cariño de sus padres. Estos otros hijos crecen muy rápido porque a veces se les  hace responsables y tutores de este hermano enfermo.

Una enfermedad crónica debe estar perfectamente atendida médica y emocionalmente, pero a  veces una enfermedad crónica mal enfocada a nivel familiar conlleva  estas consecuencias. Pero es necesario ir más allá en lo que se refiere a la sobreprotección a la persona débil, porque en otros casos, aún sin que exista una enfermedad diagnosticada adecuadamente por un profesional, ocurre con frecuencia  que los hermanos más responsables  también sufren constantemente la carga emocional del hermano menos responsable, menos trabajador, menos sensato, más arisco, menos capaz de desenvolverse por sí mismo en la vida, aún sin tener ningún diagnóstico, la única causa quizá, la sobreprotección, es el pequeño… siempre.

La necesidad de buscar una equidad atencional de los padres a todos los hijos y evitar una sobreprotección contraproducente en todos los sentidos, es un objetivo fundamental de todas las familias para conseguir un desarrollo evolutivo adecuado de todos sus miembros y garantizar una edad adulta con estabilidad emocional.

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