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Hay personas que piensan sobre sí mismas de una forma que las hace sentir inferiores y con escasa confianza en lo que hacen y en sus relaciones con los demás. Sin embargo en otras,  sus pensamientos les hacen sentir más seguras, valoran mejor  la importancia de los fracasos y subrayan todos aquellos aspectos positivos. Estas últimas personas son las que tienen una autoestima o autoimagen más positiva.

Se puede decir que la autoestima se configura a partir de la autoimagen, la valoración y los sentimientos que tenemos de nosotros mismos…, de nuestro pecho, de nuestras caderas, de nuestras piernas,  de nuestras posibilidades de agradar, de nuestras habilidades sociales, etc.

Si nuestra visión es ajustada ayudará a la relación, si por el contrario está depreciada dificultará la relación, hasta el extremo a veces  de evitar que nos enfrentemos a encuentros amorosos que puedan dejar al descubierto todos aquellos aspectos que se consideran negativos, por lo que esta crítica interna puede ser una guía muy negativa para nuestra vida sexual, despiadada y cruel, llevando  a provocar una pérdida de interés sexual y de deseo que lleve además a una insatisfacción o culpabilidad.

Esta insatisfacción, en muchas ocasiones viene originada por  aquel pensamiento ideal que nos marca el camino “debería ser” y nos marca también un horizonte ideal e inalcanzable.

Cuando esta crítica interior está aconsejando irracionalmente y nos juzga exagerando nuestros rasgos negativos o simplemente no permitiendo aceptarnos en nuestros defectos, las personas pueden llegar a etiquetarse de estúpidas y malas amantes, entonces la vida sexual queda seriamente dañada, ante lo cual habría que plantearse ciertos aspectos de relevancia:

  • Si merece la pena una vida sexual llena de temores e insatisfacciones.
  • Discutir con uno mismo el por qué de tanta crítica destructiva, analizando los aspectos de nuestro cuerpo y apariencia que nos agradan o no, sobre cuáles tenemos control y sobre cuáles nos merece la pena un proceso de cambio, de manera que dejemos de resignarnos y empecemos a aceptarnos.
  • Valorar otros aspectos de la personalidad que también pueden estar desempeñando un papel importante en nuestros sentimientos de inferioridad y buscar los recursos o ayudas necesaria para superarlos (entrenamiento en habilidades sociales, …) y sobre todo es muy importante reconciliarse con nuestro cuerpo y con los aspectos que nos resulta difícil cambiar. Es importante dejar de insultarse, por el contrario debemos exigirnos los cambios que deben de producirse por nuestro bien general.

Hay que mimarse y sobre todo quererse, pues nosotros debemos ser para nosotros mismos nuestra mejor compañía y nuestro mejor amigo.

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