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Un día cualquiera, si nos asomamos a los medios de comunicación nos podemos sorprender con una noticia donde observamos que  el uso de la violencia gratuita es ejercida simplemente para provocar divertimento a quien la provoca y a terceros que  la presencian a través de cualquier dispositivo móvil, tableta u ordenador. Ante esta situación  siempre nos preguntamos  ¿qué está pasando?, porque indudablemente algo está pasando por la cabeza de ese joven que es capaz de reunirse con otros chicos  para agredir  o insultar a otras personas y además grabarlo y recrearse viéndolas, enviando las imágenes a otras personas para compartir la hazaña como si se tratase de un éxito.

Si  nos planteamos que desde que este joven piensa el plan, pasando por la estrategia para no ser visto y cuáles son los actos a realizar, todo ello requiere una premeditación de algo que sabe que es contrario a la convivencia y a los derechos a la intimidad y que provoca en la víctima mucho dolor, sobretodo porque ataca a la imagen y a la dignidad de la persona.

Ante esto tendremos que plantearnos que sin duda han fallado cosas, una educación en valores, unas veces en el  seno familiar, otras veces quizás en los grupos de referencia, tal vez han estado expuestos a imágenes y a contenidos a través de los diferentes medios que ni la escuela ni la familia ha sabido filtrar.

Sin lugar a dudas, hoy en día los niños reciben cantidad de estímulos procedentes de muy diversas fuentes, videojuegos, películas no apropiadas para su edad, contenidos de internet, información trasmitida por otros amigos y por otras personas  que no ha sido filtrada adecuadamente.

No solo nos encontramos casos de acoso y violencia relacionados con las nuevas tecnologías, también son frecuentes las amenazas, burlas e insultos transmitidos por SMS, correo electrónico,  wasap, mensajería, chat, facebook, twitter…. Se suelen mandar estos contenidos a través de las redes sociales para que sean vistos por otras personas o de forma privada, suelen ridiculizar a los acosados ante otros compañeros e incluso amenazarlos públicamente.

En muchas ocasiones se aprovechan del anonimato y fingimiento de personalidad que les permite conseguir que sus víctimas hagan algo que ellos quieran o que acudan a determinados lugares engañados, donde les espera alguna desagradable sorpresa en forma de agresión u otro tipo de vejación, es decir, el agresor busca a su víctima y a espectadores que les aplaudan o se rían de sus actos y así se hacen protagonistas de una historia macabra.

Como padres y docentes debemos  estar atentos ante todo este tipo de actuaciones  que se escapan de los patrones de conducta normales y de las relaciones sociales. Es por esto por lo que es fundamental conocer qué hacen nuestros hijos cuando no están con nosotros, con quien van, qué uso hacen de las tecnologías, cuáles son sus problemas, ilusiones, motivaciones, proyectos etc…, en definitiva, hablar con ellos y conocerlos y si en algún momento detectamos algún indicio debemos actuar de forma rápida y eficaz

El exceso de uso de las nuevas tecnologías pueden llevar a este tipo de comportamiento, lo que traerá una convivencia nefasta y una serie de trastornos de carácter negativos. Puedes seguir leyendo: estrategias para una convivencia positiva: «Convivir con una persona depresiva: descubre cómo hacerlo de manera comprensiva y amorosa.»