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Erase una vez un niño que tenía una gran cantidad de preocupaciones en su cabeza, tantas que le hacían sentir siempre preocupado, pensativo y muchas veces nervioso, hasta el punto de que estas tantas preocupaciones no le dejaban disfrutar de sus juguetes y de sus amigos.

Un día se encontró a un “mago” que le dijo que le iba a enseñar una forma asombrosa  y mágica para hacer desaparecer sus preocupaciones. El niño se mostró muy ilusionado y se dispuso a oír lo que el “mago” le decía:

“Debes saber que tus preocupaciones se parecen a un rosal, si estás cada día pendiente de tu rosal, si lo cuidas cada día regándolo, le quitas las hierbas y las hojas secas conseguirás que este rosal tenga cada vez más rosas, más grandes y bonitas. Pues te digo que tus preocupaciones son como la flor del rosal, mientras más pienses en ellas mucho más van a crecer y a ponerse grandes. Pero si dejas de prestar atención al rosal y dejas de regarlo, las rosas se secarán, se harán más pequeñas y se marchitarán”.

“Entonces deberás dedicar menos tiempo a atender  tus preocupaciones,  lo mejor será que imagines una caja vacía con una cerradura, y que cada vez que tengas una preocupación te imagines cómo la metes en esa caja, cerrando bien la cerradura de forma que nunca pueda escapar de ella. Cada vez que tengas una preocupación deberás encerrarla en esta caja, pero debes saber que esta caja solo la podrás abrir una vez al día. Si una preocupación viene a una hora diferente, deberás esperar hasta que llegue la hora de abrir la caja, pero la espera debe ser  sin que la preocupación te ponga nervioso por su insistencia, porque tú sabrás que al llegar la hora la vas a meter en la caja. Si haces esto todos los días, descubrirás que cada noche cuando abras la caja habrá menos preocupaciones, porque las que estaban allí se habrán ido marchitando y desapareciendo como les pasaba a las rosas cuando no las cuidabas. Y poco a poco te darás cuenta de que cada vez vendrán a visitarte menos preocupaciones y las que están en la caja  irán desapareciendo.”

El niño, que había escuchado con atención todo lo que el “mago” le había dicho construyó en su imaginación una caja muy bonita, de colores alegres y con una cerradura muy resistente, donde empezó a encerrar todas sus preocupaciones y se dio cuenta de que el mago llevaba razón, y desde entonces fue mucho más feliz…

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