Cuando tenemos hijos todos nos hacemos una idea de cómo queremos que sean, que además tendrá mucho que ver con lo que somos o con lo que nos hubiese gustado ser y no somos, pero según éstos van creciendo y sobretodo cuando llegan a la adolescencia, en muchas ocasiones nos encontramos con que empiezan a elegir formas de hacer, de ser y de relacionarse que no entran en nuestros cálculos.
Ante esto, al principio hay conflictos interminables donde la armonía familiar se va al traste y empezamos a preguntarnos en qué fallamos. A veces las discrepancias vienen por la forma de vestir, de peinarse, tatuajes, forma de enfrentarse a los estudios, grupo de amigos… En la inmensa mayoría de las veces esta etapa va pasando y se van suavizando las posturas, por lo que todo vuelve a su cauce , simplemente el joven va buscando más la moderación, no por agradarnos a nosotros, simplemente porque va encontrando su equilibrio e irá encontrando su estilo, pero cuando empezamos a ver o a no querer ver que nuestro hijo se relaciona de una forma distinta con las personas del mismo sexo , en muchas ocasiones, el mundo se nos viene abajo y asimilar se hace muy duro,
En muchas ocasiones se niega lo evidente hasta que un día vemos que el hijo o alguien de nuestra máxima confianza se sienta con nosotros y nos hace poner los pies en el suelo, en un primer momento suele haber rechazo e incomprensión, pero poco a poco y ante el temor de que el hijo se aleje y viva su vida al margen de la familia se guardan los sentimientos, se sufren en silencio porque además no queremos contar a nadie lo que nos está pasando.
Ante esto es importante mirar más allá de nuestros propios prejuicios, del que dirán, del qué pensarán. Ante esto hay que ver que la felicidad de nuestros hijos, la coherencia con aquello que sienten y sobretodo que cada uno debe elegir qué y con quién siempre y cuando no perjudique a nadie y busque su felicidad.
Recuerda que si los tiempos han cambiado es principalmente porque ahora se habla de lo que antes se callaba y ahora se vive abiertamente lo que antes e vivía en la clandestinidad. Pero no olvidemos algo importante, que cuando soñábamos en cómo serían nuestros hijos siempre los imaginábamos felices y eso es lo que intentan hacer, ser coherentes, vivir su vida y no ocultarnos, menos aún a la familia.
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